sábado, 16 de abril de 2016

Te siento. Lo siento

Yo te siento, y te siento tanto. Te siento mucho, mucho, aquí, en el pecho y en la caja torácica, y en las uñas y en los dientes y en los pies y en el vientre. 
Te siento tanto. 
Siento que en silencio me llamas, que me gritas, y sí, veo y sé y siento que me evitas. 
Yo te siento, y te siento en el alma. Siento mucho haberte herido, siento que me hubieras conocido y siento mucho que pienses, por el tiempo, que no ha sido. 
Y te siento.
Y vaya que cuánto lo siento. 

miércoles, 6 de abril de 2016

¡Sáquenme de aquí!

La soledad es bien gacha. 
Últimamente arañarle compañías al recuerdo no me sirve de mucho, porque solo me hace añorarlas. Ya el placebo de las redes en esta red no sirve, porque no acaricia, ni abraza, ni besa.
Y el triunfo o el éxito, los logros, son muy amargos. Y la vida, en general, pero más cuando es dulce y llega la gloria y uno se encuentra así, solo, bien gacho.
Han construido edificios para eso; altos, muy, muy, muy altos. Han destruido los barrios, las tiendas, las aceras, los parques y las calles para vender una exclusividad, una seguridad angustiante y aterradora. Celadores a los que les prohiben saludar o los echan por hablar mucho con la gente que vive en las unidades privadas. Todo es tan privado ahora que la gente quiere hacer pública su vida y se hace daño con ello.
Eso han hecho acá, en Medellín, Colombia, pero me temo que es algo que con sus estructuras verticales, violentas, encerradas, aisladas, vendidas como exclusividad, están logrando la segregación  -y ya no solo de clases sino entre personas, entre familias inclusive- que tanto anhelaron sembrar con armas las dictaduras militares en todo el mundo. 
De haber sabido Hitler y Franco y toda esa maldita gentuza que la vuelta se arreglaba así y no matando o desapareciendo; porque al menos eso unía a la gente en su dolor. La congregaba en qué sé yo, colectivos de madres, de hijos, luego de gente que, además de indignarse, salía a las calles arriesgando la vida porque reconocían el valor de la vida y qué era tener una.
Señor feo y afeminado dictador democrático de Israel, ese que manda, debería usted tener en cuenta hacer en Gaza edificios medio bonitos o mediocremente diseñados como los de Medellín. Viera usted cómo los palestinos dejaban de joder. Podría venir acá, que yo le enseño cómo, más que segregar, fragmentar una sociedad en pedacitos, de modo que no haya ni Israel o Palestina, sino individuos pegados al celular, pendientes de todo menos de una bandera o territorio. Por cierto, señor afeminado que gobierna Israel, ¿por qué todos los hijueputas como usted han sido así, de voz aflautadita, de maneras amaneraditas? Hace poquito oí al gran maricón de Franco y tenía el mismo tonito que Pinochet. ¿Se emasculan mentalmente o qué, pirobos? Y aquí hay otro pobre que ya ni marica parece, sino íncubo, el señor procurador Ordóñez, que se fela la sagrada hostia y saca la lengua de una manera para mamarla que, vaya, a mí me gustaría tener un clítoris más grande pa' que fuera un pipí y se pegara de eso.

Volviendo a lo que no sé en qué estaba, porque ya me toca beber para poder escribir, porque es bien, pero bien gacha la soledad y el alcohol en la garganta es tan parecido a lo que yo recuerdo que era una demostración de afecto, y ya sin saber a quién me dirigía, que los pobres, a pesar de todo, se la han sabido pasar muy bien, a pesar de nosotros. Yo me incluyo porque, bueno, maldita sea, que he sido segregada pero hambre no he aguantado, ni sed, ni me han desplazado, con mi familia y a punta de motosierra, a un lugar de "mejor clima", como lo es Medellín, adonde todos llegan. Eso dicen los alcaldes cuando se les reclama por la situación de los desplazados por la violencia. Y esa gente que vive por acá, en edificios que a veces, por ventura, como por anunciar que aquí todo está muy muy muy pero que muy mal, dice que mendigar es un negocio y que a uno le falta calle para no darse cuenta de que quienes viven de la calle han hecho de eso una manera de vivir. Gente que ha estudiado en Eafí y esas cosas, tan preparada, tan docta. 
A todos aquellos que Medellín les parece una chimba se largaron. Juanes, el primero, pero también gente de mi colegio, de las carreras que he empezado. Que Medallo es la verraquera, parce, porque es que desde Miami, Nueva York o cualquier lado a cualquiera, cualquier otro lado, le parece una chimba. Más de un mes no se quedan, eso sí, pero les critica uno el peladero este y son los primeros en mandarlo a uno pa' Venezuela. ¡Hombre! Tanta gente que sabe quién es mi papá bien pudiera decirle que hasta Magangué, al menos para mí, es mejor que vivir aquí. No tienen que mandarme para allá, ni para Cuba, que no me parecen malos, porque si me conocieran a vivir en este puto cagadero de mierda me condenaban. Creo que solo Miami es peor, aunque ni tanto porque allá hay haitianos, nigerianos y mar, que yo qué sé.